Nuestros orígenes

La historia de esta parroquia esta muy ligada a la persona de Mn. José Mariné. En el primer aniversario de su fallecimiento, nuestro actual rector, Mn. Joaquín Iglesias escribió sobre él estas líneas...

 

Mosén Mariné, un apóstol incansable

Hoy, día 9 de enero, hace un año que falleció Mn. José Mariné, rector de esta parroquia durante 32 años.

No tuve ocasión de conocerle, pero tras de sí ha dejado una huella muy viva en muchos de vosotros. Me habéis hablado con verdadero entusiasmo de él. Vuestro testimonio de afecto y amor hacia él no solo no me deja indiferente, por todo lo que ha significado para vosotros, sino que me hace descubrir a un testigo vivo del amor a Dios, a Jesucristo y a su Iglesia. Sé que en la trayectoria de consolidación de la comunidad de San Félix su paso ha sido decisivo.

Durante más de treinta años fue vuestro rector y el alma de esta comunidad. En vuestro corazón ha calado hondo su incansable trabajo pastoral, su entrega a la vida litúrgica pero, sobre todo, su celo apostólico por acercar a las almas a Dios.

Su afabilidad humana y su caridad hacia los más necesitados le han hecho ocupar un lugar histórico en el devenir de esta parroquia. Por encima de todo, brillaba su amor a Dios y su pasión por el sacerdocio, así como su devoción a la Santísima Virgen.

Como toda persona singular, que rehuye la mediocridad y las medias tintas, para muchas personas en la diócesis de Barcelona se convirtió en un signo de contradicción. Su gusto por la liturgia tridentina, su esmero extremado hacia las rúbricas y su tendencia ideológica despertaron algunas reacciones adversas. Él sufrió a causa de este choque por su concepción política y religiosa.

Pero, más allá de sus ideas y sus manifestaciones religiosas de signo conservador, cuántas veces vemos también a personas de tendencias progresistas que intentan ideologizar y politizar la figura del sacerdote. Cuántas veces fabricamos la imagen de un Dios en función de nuestras ideas y pasando por encima de la caridad, ejercicio fundamental del cristiano.

Como bien dice el Papa en su libro, Luz del mundo, los aplausos del mundo no son signo de que todo se hace bien. Si la sociedad nos halaga, puede ser que tengamos que revisar cómo estamos haciendo las cosas.

Mosén Mariné no buscó la aprobación ni los aplausos. Fue un hombre apasionado por su sacerdocio. Un auténtico pastor de almas. Lo más importante de un sacerdote no son sus ideas, sino lo que hace. Y él fue capaz de levantar con tenacidad una sólida comunidad de cristianos, llamándolos a vivir su fe con empeño y alegría. A los ojos de Dios, esto es lo que contará. Hizo de su sacerdocio una entrega total, a tiempo y a destiempo.

No importa tanto que un cura lleve o no sotana, o que sea de tal o cual signo ideológico. No son las ideas lo que importa, sino la capacidad de unir y el respeto a las diferencias. Lo que contará será su afabilidad, su capacidad de construir, su amor a los más desvalidos. Mosén Mariné supo escuchar y valorar también a los que no pensaban como él; fue capaz de diálogo, poseedor de una gran finura espiritual que solo puede manar de su amor a Cristo. Dentro de su corazón, pese a su aspecto austero, irradiaba una gran ternura.

Su empeño en la construcción del nuevo templo, este edificio del que ahora disfrutamos, fue heroico. Convirtió la perrera municipal en un lugar santo, de encuentro, un pequeño cielo aquí en la tierra. Esto solo puede venir de una personalidad sacerdotal y paternal llena de coraje. En los momentos más difíciles supo batallar hasta el final. Muchos recordáis que, con motivo de la construcción de la Vila Olímpica y la nueva configuración urbanística del barrio, la parroquia sufrió la amenaza de ser eliminada. La firmeza de Mosén Mariné con el apoyo de la comunidad hizo retroceder a las instituciones municipales. Con incansable entusiasmo, aquel hombre bajito, de ojos muy vivos y fuerza inagotable, organizó a su alrededor a la feligresía y consiguió salvar la parroquia.

Pidamos a Mosén Mariné que, desde el cielo, vele siempre por esta comunidad que vive de su gran legado espiritual y que a la vez sepamos abrirnos a los nuevos signos de los tiempos, como bien decía el Papa Juan XXIII.

Un recuerdo lleno de gratitud por aquel que formó parte de nuestra vida cristiana y ocupa un lugar en nuestro corazón.

Mn. Joaquín Iglesias

9 enero 2011